Por Arturo Rivero
El Gobierno Federal presume a diestra y siniestra que la reforma laboral beneficia a los trabajadores, cuando en el fondo, su verdadero interés fue adquirir un poder que ni en sus mejores sueños creyó tener sobre el ámbito laboral en el arranque de su sexenio. Ahora tendrá una legión de gremios a sus servicios…
Los sindicatos ya establecidos ponen el grito en el cielo con los cambios. Las dirigencias ven amenazadas sus agendas políticas, gremiales y hasta personales. De la noche a la mañana perdieron su absoluta independencia. Sus agremiados, no son la prioridad de sus angustias.
Las empresas están agobiadas porque ya ven las oficinas de sus altos funcionarios atiborradas de empleados grilleros que aprovecharán la coyuntura para armar su propio sindicato y negociar “la paz laboral” dentro del propio centro de trabajo con el patrón.
¿De verdad se hizo justicia laboral a los trabajadores de México?
Vale la pregunta porque se maneja con una efervescencia la aprobación de la reforma laboral como si fuese el ingreso directo al reino de los cielos. Y no lo es, ni lo será para millones.
Sin duda, dicha reforma tiene sus luces, pero sus beneficios son para unos cuantos.
Mire usted: La tasa de sindicalización en México es apenas del 4.8 por ciento que equivale a 6.2 millones de trabajadores sindicalizados de los 56.8 millones de trabajadores en el país. Las modificaciones en materia gremial son significativos, pero con un impacto marginal.
De esos 56.8 millones, más del 60 por ciento se encuentra en la informalidad, es decir, en trabajos que no tienen acceso a la seguridad social, ni prestaciones, ni contratos de trabajo, nada, de nada.
En otras palabras, son trabajadores a la deriva que les vale “un comino” si hay nuevos tribunales laborales; si hay libertad sindical; si hay voto, libre, personal y secreto; si hay nuevos gremios; si hay conciliación previa a una demanda laboral.
DE SALIDA AL CHECADOR
La reforma laboral no es la panacea.
Más de 35 millones de trabajadores que están en el abandono total seguirán exigiendo un empleo formal; gritarán que tienen derecho a los servicios de salud; rogarán por un salario digno; suplicarán trato humano; alzarán su voz a todo lo que da para que los pelen.
La búsqueda de la justicia laboral, otra vez fue selectiva, por no decir, el pretexto perfecto para llevar cada uno de los involucrados agua a su molino a costa de la desgracia de las mayorías.

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