No es normal que millones de personas no tengan certeza en su relación laboral, que no se les brinde la protección mínima que por ley les corresponde.
¿En qué momento se normalizó la precariedad laboral? Hoy en día vemos el trabajo con prestaciones laborales como un lujo cuando en realidad debería ser lo mínimo al que todas las personas deberíamos tener acceso. No hablamos de privilegios, sino de derechos laborales reconocidos ante las leyes y que, sin embargo, no respaldan a todos los sectores laborales.
Con las trabajadoras del hogar se ha recorrido un largo camino para que sus derechos fueran reconocidos ante la ley después de décadas de exigencia. No obstante, esto no ha significado que las trabajadoras tengan plenamente ejercidos sus derechos, si bien su reconocimiento legal fue un gran avance, ahora el gran pendiente y reto es que las 2.2 millones de personas trabajadoras del hogar vean materializados esos derechos en su vida laboral con acceso a seguridad social, un contrato escrito, vacaciones pagadas, aguinaldo y los derechos laborales que les corresponden legalmente. Actualmente, solo el 1% del total está afiliada al IMSS y la mayoría viven en situación de pobreza.
Otro de los sectores que se encuentran ante mayor vulnerabilidad laboral son las personas trabajadoras de plataformas digitales; no solo no tienen reconocidos sus derechos laborales ante la ley, sino que se les emplea bajo un esquema de “socios” cuando la plataforma digital (Uber, Didi, Beat, Rappi, etc) funge como empleadora al tener control total sobre los pedidos que realizan y las sanciones que de éstos pueden derivar. Este esquema “independiente” y que supuestamente permite mayor libertad laboral a las personas, se ha convertido en un peligro más que normaliza la precariedad y que deja completamente desprotegidas a las personas trabajadoras ante cualquier incidente.
Además, las personas trabajadoras del hogar y de plataformas digitales han sido de los sectores más afectados a raíz de la pandemia, las primeras fueron enviadas a casa a descansar sin ninguna remuneración o prestación que las respaldara o sometidas a situaciones de violencia y encierro en la casa de sus empleadores, mientras que las y los repartidores trabajaron sin parar y sin que las plataformas digitales asumieran, aunque sea de manera parcial, los costos que implica mantener las medidas sanitarias, sumando a esto los riesgos a los que cotidianamente están expuestos.
Hasta ahora, los esfuerzos institucionales no han bastado para mitigar la precariedad laboral que enfrentan los millones de personas que componen estos sectores en todo el país. Por un lado, el IMSS no logró fortalecer el programa piloto de afiliación para trabajadoras del hogar para que ese 1% aumentara. Respecto a las y los repartidores firmó un convenio con las plataformas digitales para su afiliación de manera voluntaria, sin que esto implique una aportación de las plataformas, es decir, una vez más eximiéndolas de su responsabilidad como empleadoras. A esto sumemos que ni en el Congreso federal o en los locales se ha legislado en favor del reconocimiento de sus derechos laborales.
En Nosotrxs hemos acompañado y formado a trabajadoras del hogar en distintas partes del país, impulsando la organización colectiva para que conozcan sobre sus derechos y las distintas formas de hacerlos exigibles y fomentar relaciones laborales justas. A las y los repartidores también les hemos impartido capacitaciones para el fortalecimiento de liderazgos y organización colectiva en la creación de campañas de exigencia para el reconocimiento de sus derechos y la visibilización de casos de compañeros que han perdido la vida mientras trabajaban.
Seguiremos adelante, buscando llegar a más partes del país, pero esto no es suficiente, también requiere de la suma de esfuerzos de los gobiernos a nivel federal y local, de las plataformas digitales, de las personas empleadoras de trabajadoras del hogar y de la ciudadanía en general. No podemos ignorar la precariedad laboral a la que estos sectores han sido sometidos de manera sistemática. No es normal que millones de personas no tengan certeza en su relación laboral, que no se les brinde la protección mínima que por ley les corresponde. Una vez más: no hablamos de privilegios, hablamos de derechos que deben ser garantizados. Tampoco hablamos de beneficios unilaterales, pues cuando existe una relación laboral justa se protegen ambas partes: empleadores y trabajadores, además que esto abona a disminuir la desigualdad en el país, mejorando la calidad de vida de millones de familias.
Sumemos esfuerzos y hagamos lo que nos corresponde, a las y los empleadores para que tomen conciencia sobre la importancia de garantizar los derechos laborales; trabajadores y ciudadanía sumándonos a acciones colectivas para exigir a las autoridades y plataformas el reconocimiento de sus derechos laborales. Porque no es más ni menos: garantizar condiciones dignas de trabajo, es lo que marca la ley. Derecho, como debe ser.