EU dice que no firmará el T-MEC hasta que México haga una reforma laboral. Carlos Salazar, presidente del mayor organismo empresarial del país, defiende la necesidad de mantener la competitividad.
mié 03 abril
Alberto Bello
La reforma laboral mexicana, que lleva dos años atascada en el Congreso a la espera del reglamento, de pronto se ha convertido en una urgencia. Este martes, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la demócrata Nancy Pelosi, dijo que los legisladores no deberían firmar el nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) a menos de que México apruebe una nueva ley que proteja los derechos de los trabajadores.
Desde que comenzó la 64 Legislatura, en septiembre de 2018, los legisladores han presentado 23 iniciativas de reforma a la Ley Federal del Trabajo tan sólo en la Cámara de Diputados, donde Morena, el partido del presidente y la fuerza mayoritaria, pugna por echar abajo la reforma laboral aprobada a finales del sexenio de Felipe Calderón (2006-2012). Entre otros cambios, aquella reforma regularizó prácticas como la subcontratación y los contratos por horas.
En entrevista con Expansión, en el programa de televisión en ADN 40 —que se emitirá este jueves—, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar, recuerda que México ya aprobó hace dos años una nueva legislación laboral, que está pendiente de las leyes secundarias, y destaca la necesidad de que el reglamento pendiente permita mantener la competitividad del país.
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Expansión: ¿Qué opina de la exigencia de Estados Unidos?
Carlos Salazar: Debemos recordar que México tiene una enorme tradición histórica de proteger a los trabajadores. Fuimos, desde la constitución de 1927, el primer país que tuvo un artículo, como el artículo 123, en donde se le daba garantías a nuestros trabajadores, se les daba el derecho de huelga, se les daba el derecho de asociación. Y creo que eso que logramos desde 1917 debería tener, y está teniendo, una modernización, porque nuestro sistema sindical, laboral, con el tiempo se fue acomodando a circunstancias que no necesariamente promueven la competitividad.
Yo celebro que en 2017, y eso hay que recordarlo, ya pasó un cambio constitucional, ya tenemos una nueva ley laboral en el país. Lo que estamos discutiendo ahorita en 2019 es la ley secundaria que avala la reforma laboral que ya pasó, y esa reforma laboral ya asume y pone constitucionalmente derechos nuevos al trabajador.
¿Los empresarios no se oponen a esta reforma laboral?
Todo lo contrario. Es una ley que ya está hecha, y nosotros, lo que queremos es que se fundamente todo esto en un principio, y es que debe haber paz laboral. Ver esto como dos sectores antagónicos, donde hay patrones y hay sindicatos representando a los trabajadores, y que son antagónicos, es la peor barbaridad que podríamos tener. El trabajador y el empleador están trabajando, tratando de crear un valor agregado.
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Sin embargo, nosotros sentimos que estas cosas se han metido dentro de la renegociación del tratado también para hacernos perder competitividad. Se debe entender que todo esto es una relación de competencia entre una sociedad con otra, y los Estados Unidos le están pidiendo a México cosas que ni siquiera ellos tienen en sus estructuras legales sindicales. Pero ya fue aceptado por México. Porque cuando firmamos el T-MEC, se firmó una carta de intención para poder pasarlo a través de nuestros congresos, y asumimos que íbamos a tomar todas las recomendaciones que se han hecho, no por los estadounidenses, sino por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Entonces, yo diría: sí, vamos a modernizar nuestra relación laboral, pero no podemos perder de vista que esto es buscando resolver las cosas que hoy nos afectan. El ejemplo de las huelgas en Matamoros es buenísimo, porque refleja muchos de estos problemas: las huelgas, sindicalismos que no existían, contratos de protección,sindicatos que han estado influenciados por propósitos que lo que menos buscaban era proteger al trabajador, sino que eran políticos… Todas estas cosas, que son vicios dentro de la vida sindical y de la vida de esta relación obrero-patronal, pues ojalá podamos evitarlas con una ley que, en su ejecución, tenga árbitros adecuados, mecanismos de conciliación, representatividad real, democrática, de los trabajadores, y derechos de los empleadores, para que tengamos una protección cuando contratas a las personas.
O sea, todo esto hay que modernizarlo. Nosotros siempre hemos estado a favor de que haya derechos adecuados para todos los que integran la vida de una empresa. El mensaje que me interesa mucho recalcar es: esto no pueden ser vidas antagónicas, tenemos que estar unidos en cómo crear un mayor valor agregado para el trabajador, para la empresa, para poder generar generar utilidades y reinvertirlas y poder crear mayor empleo y mayor crecimiento.