Por Palabras Claras-
18 agosto, 2018
José Lima Cobos
Se vive una auténtica crisis y en un país en el que, si no se actúa con urgencia, el colapso está a la vista, pues a partir de la criminal reforma laboral que terminó con los derechos labores conquistados desde la revolución y través del tiempo, de un plumazo, en el pacto por México de Peña Nieto y los partidos PRI, PAN ,PRD y VERDE, han desaparecidos, porque los salarios han caído más del 20 por ciento y la necesidad alienta la delincuencia y la criminalidad.
Es un hecho notorio e incuestionable, que de las 32 entidades federales, en más de veinticinco de ellas, la extorsión, el robo con violencia, los asaltos, etcétera, se han incrementado exponencialmente y no se trata solo de la delincuencia organizada, sino de personas que ante la desesperación de la crisis económica incurren en esos delitos como forma de supervivencia, y aunque Trump nos abrió los ojos para exigir mayores salarios para los trabajadores, la resistencia interna nos puede llevar a que no se firme el tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá.
Así lo han reconocido los propios empresarios que piden más seguridad pública, es decir, más armas para abatir a delincuentes ocasionales, sin observar que esa situación se ha provocado por ellos mismos que, en su voracidad o rapiña, cada día se vuelven insaciables y en tanto ellos acumulan riquezas descomunales, sus trabajadores viven en el desamparo.
De acuerdo con el informe mundial sobre salarios 20016-17, de la organización mundial del trabajo (OIT) entre las naciones que destacaron por su incrementos reales en el ingreso aparecen China con 125 por ciento de aumento real; India, 60 por ciento; Turquía, Rusia, Sudáfrica, Brasil e indonesia entre 20 y 40 por cierto y, Arabia Saudita alrededor del 15 por ciento, en tanto México registró un decremento o caída brutal cercana al 20 por cierto.
Esta situación se empieza a estructurar y sentar bases sólidas de destrucción del país en el gobierno del fraude electoral del 88 con Salinas de Gortari, fortaleciéndose con Zedillo y más aún, con los panistas Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón, siendo el acabose con Enrique Peña Nieto en que se da una auténtica catástrofe, pero que, según los economistas del gobierno, no se da en la macroeconomía, pero en la microeconomía es desesperante y está a la vista, porque la delincuencia no va a parar ni con ”perdón ni olvido” sino con el reparto equitativo de la riqueza.
El presidente electo López Obrador está, ni duda cabe, en un barril de pólvora, pues no es tarea fácil y, aunque regule los criminales salarios de la alta burocracia que existe en los gobiernos federal, estatal y municipal, no le alcanzará para su objetivo de la cuarta transformación si no logra las reformas legales que el país necesita para responder a los treinta millones de votos que obtuvo, que servirá para sentar las bases de los futuros gobierno y que de manera paulatina han de hacer los cambios enquistados en los gobiernos anteriores.
Si no se profundiza con seriedad en esa cuarta transformación de la que habla el próximo presidente de México, a la vuelta de la esquina está la crisis más profunda que, como lo dijera el líder petrolero José Sosa a Miguel de la Madrid, “si se hunde Pemex, se hunde usted y se hunde México”, premonitoria expresión que se va confirmando.
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