En México, apenas el 8% de los sindicatos son dirigidos por mujeres, según la Confederación de Equidad e Integración Nacional (Confedin). Los estereotipos de género construyen una idea sobre la maternidad y las capacidades de las mujeres que obstaculizan sus liderazgos.
“Discúlpenme, estoy un poco nerviosa, nunca había estado en una conferencia tan grande, apenas tengo un año como secretaria general de una maquiladora”, dijo Julieta Mónica Morales, líder de la Liga Sindical Obrera Mexicana. Le acompañaban en el panel otras mujeres sindicalistas y le escuchaban dirigentes nacionales e internacionales, integrantes de la academia y el activismo sindical.
La presencia de mujeres al frente de organizaciones laborales no es algo común en este país, destacó Beatriz García, directora adjunta del Centro de Solidaridad (Solidarity Center), oficina México, y quien se encargó de moderar dicho panel. La conversación fue parte del Foro Internacional A tres años de la reforma: El futuro del movimiento laboral en México.
Según la Confederación de Equidad e Integración Nacional (Confedin), sólo el 8% de los sindicatos en el país están dirigidos por mujeres. La Organización de Estados Americanos (OEA) ha señalado que para garantizar libertad sindical de las mujeres, no basta con que haya más en la organización, “es indispensable su acceso a los espacios de toma de decisiones”.
Pero si a tan pocas mujeres les permiten llegar a las dirigencias, cómo logran empoderarse en un ambiente en el que los hombres predominan, les preguntó Beatriz García. “No es fácil. Yo soy madre soltera de tres hijos y es difícil estar en esta lucha sabiendo que los dejé, sobre todo a mi niña de tres años”, contó Julieta Mónica Morales.
“Pero me motiva saber que lo que hago es para que mis hijos y mis compañeros vivan mejor”, contribuir a la construcción de un mundo donde se respeten los derechos laborales, respondió.
“Es un honor ser mujer y mujer sindicalista”
Previo a la pregunta de Beatriz García, Avelina Ramírez, secretaria general del Sindicato Independiente Nacional Democrático de Jornaleros Agrícolas (SINDJA), había dado pie al tema. “El machismo existe en el sindicalismo y necesitamos luchar contra eso, porque somos iguales hombres y mujeres. Tenemos que avanzar juntos, en equipo”.
Y habló sobre los estereotipos en torno a las mujeres: “Nos han etiqueado que somos para la casa, que tenemos que criar a los hijos y luego, hasta acabar de criar al marido. Pero ya debemos despojarnos de todo eso y madurar”, dijo firme.
El camino que Avelina Ramírez ha recorrido es largo, literal y metafóricamente. En 2017, formó parte de la Caravana Nacional de Jornaleros Agrícolas de San Quintín, Baja California, que llegó hasta la Ciudad de México. La comitiva buscaba llamar la atención para terminar con las condiciones de explotación laboral en los campos, cobrar salarios justos y tener seguridad social.
En ese momento ella era secretaria de Equidad y Género del SINDJA y la única que representaba a las mujeres jornaleras en el comité directivo. Ahora, desde la dirigencia, representa a todas las personas afiliadas.
“En algunos espacios nos dicen chismosas”, recriminó. Se ha dado cuenta que la habilidad de comunicación puesta en los hombres adquiere otra perspectiva: si las mujeres se reúnen a hablar, es para decir “chismes”. Si los hombres lo hacen, es para platicar cosas importantes.
La comunicación en el sindicalismo “es una herramienta para dar a conocer los derechos, las leyes, las reformas, todo lo que tenemos a nuestro favor para protegernos. Es un honor ser mujer y mujer sindicalista”.
Cada una de nosotras tiene una historia en la lucha de la libertad sindical, dijo Imelda Jiménez, secretaria de Asuntos Políticos del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM).
Pero a veces la lucha es también al interior, una lucha por no ser desacreditada simplemente por ser mujer. “Yo aprendí a blindarme. ¿Cómo lo hago? Con mi trabajo, mi mayor fuerza es trabajar y capacitarme”.
Más sindicatos independientes y más liderazgos
Para Avelina Ramírez, los sindicatos independientes en México están viviendo un momento histórico. La organización gremial alejada de las centrales obreras que fueron usadas por sus líderes para enriquecerse debe extenderse a todo el territorio mexicano, agregó. “Tienen que estar en todos los rincones porque las violaciones a los derechos laborales ocurren en todo el país”.
Pero “es una realidad que la sociedad carece de liderazgo. Es más fácil que otros piensen, que otros me den una respuesta, que otros luchen por mí”. La líder del sindicato de jornaleras y jornaleros llamó a las trabajadoras y trabajadores a organizarse y comprometerse a defender nada más que sus derechos.
Comenzar con echarle un vistazo a la Ley Federal del Trabajo (LFT) puede ayudarles. “Saber a qué tenía derecho fue mi despertar. Nunca había pensado en involucrarme en este trabajo sindical tan digno”.
Lo dice ella, que labora en un sector donde la escolaridad promedio de las jornaleras y los jornaleros es de seis años, según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). “Eso dificulta el aprendizaje de sus derechos. Pero los podemos difundir por audios y otras tecnologías, hay que aprovechar las herramientas para organizarnos”.
Por: Blanca Juárez / El Economista
Foto: Cuartoscuro