México ha reducido la proporción de trabajadores informales de 59.6% en el último trimestre de 2012 a 56.5% al final del primer semestre de 2017, dijo Ángel Gurría.
María Del Pilar Martínez
08 de enero de 2018, 14:34
La flexibilidad que se logró con la reforma laboral de 2012, contribuyó a que se generaran más de 3 millones de empleos y a que se redujera la informalidad; sin embargo aún hay retos que afrontar en el mercado laboral mexicano, expuso José Ángel Gurría, secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en reunión privada con el secretario del Trabajo y Previsión Social (STPS), Alfonso Navarrete Prida.
Destacó que la implementación de las 13 reformas estructurales, entre ellas la Educativa, Energética, Financiera, de Telecomunicaciones y Competencia Económica, pero particularmente la Laboral que introdujo una legislación flexible, permitió la generación récord de empleos.
Detalló que México ha reducido la proporción de trabajadores informales de 59.6% en el último trimestre de 2012 a 56.5% al final del primer semestre de 2017, aunado a que los niveles de productividad laboral han mostrado importantes avances.
En un comunicado de prensa la dependencia detalló que Navarrete Prida informó que “en materia laboral, uno de los resultados más importantes y visibles derivados de estas reformas ha sido haber superado en la presente administración en 100% a los dos gobiernos previos en cuanto a creación de empleos formales”.
El encargado de la política laboral del País subrayó, asimismo, que los retos que persisten en el ámbito del trabajo deben superarse desde un enfoque integral y con la cooperación conjunta entre gobierno y representantes de empleadores y de trabajadores.

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