HORAS EXTRAS
Domingo 13 al 20 de mayo
Por Arturo Rivero
El verdadero cambio social que gritan millones es una auténtica Reforma Laboral que esté enfocada en el rescate de una base trabajadora vapuleada, víctima de empleos precarios, de salarios muy bajos, sin oportunidades de desarrollo, engañada y condenada al olvido.
Sin embargo, a 50 día de que culminen las campañas a la Presidencia de la República, a ningún Candidato se le ocurre proponerla. ¿Por qué? … O no conviene, o de plano el verdadero quehacer de la política que es servir, se perdió.
Se proponen cambios en el campo educativo, infraestructura, energético, de seguridad; los cacarean mañana, tarde y noche, pero el planteamiento de gran calado en materia laboral no aparece.
¿Qué no se dan cuenta que hay más de 54.9 millones en edad de trabajar en México, y que de esos, 52.8 millones están desempeñado algún trabajo?
Son mexicanos en edad de votar, que están hasta el copete de que su realidad de vida cada vez empeore, de ver como sus hijos se extravían; de la frustración de trabajar en lo que no se quiere pero no hay de otra; de estudiar años y años para nada; son mexicanos que están dispuestos a castigar o premiar a aquel que los rescate del abismo de la desigualdad, pobreza, desesperación, del enojo.
Pero hasta ahora nadie los ve ni los escucha.
Lo que se promete en el campo laboral son vaciliadas: brindar sueldos a ninis mientras encuentran un empleo; tonterías como darle mil 200 pesos mensuales a las jefas de familia (salario rosa); darle un reconocimiento jurídico al trabajo doméstico, o ahora sí, al salario mínimo otorgarle una categoría de salario digno… ocurrencias, ocurrencias y más ocurrencias. Una tomada de pelo.
La política laboral es un desastre. Aquí simplemente algunas pruebas:
- El Presidente Enrique Peña Nieto dirá que se acaban de alcanzar los 3.6 millones de empleos formales en su Gobierno. Y sí, pero más de tres cuartas partes son trabajos precarios con salarios que no superan los 8 mil pesos mensuales y en casi todos con prestaciones básicas, no más.
- Se dirá que como nunca, que la paz laboral se mantiene como un signo de la estabilidad que prevalece en el campo de trabajo. Es una mentira. Hoy una de las máximas prioridades de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social es, efectivamente, mantener el cero en el registro de huelgas a costa del sometimiento de los pocos sindicatos que realmente defienden los intereses de los trabajadores. Porque hay otros, que literal, están al servicio de la dependencia laboral.
- Presumirá la STPS que en esta Administración de Peña Nieto el salario mínimo aumentó 18 por ciento al situarse hoy en 88.36 pesos diarios, ni la burla perdonan; como si ganar 2 mil 650 pesos mesuales fuera muy digno. Hoy más de 7.9 millones alcanzan esa remuneración.
- Como estará la precariedad del empleo en la que se encuentran millones que apenas 7 por ciento de los 60 millones de trabajadores con Afore hace aportaciones voluntarias. Literal, o ahorran o comen.
- A las madres trabajadoras cada mayo un tributo oficial y su regalo mediático que les recuerda su deplorable realidad: 8 millones laboran en la informalidad y 6 de cada 10 lo hacen sin acceso a instituciones de salud y sin prestaciones de ley. Sus hijos a la deriva, presas de la descomposición social.
- Este panorama desolador de años contamina los ambientes laborales en las empresas. La insatisfacción y frustración convierten a 8 de cada 10 empresas en tóxicas, dice la Facultad de Psicología de la UNAM. La fuerza laboral experimenta estrés, síndrome del agotamiento, acoso laboral y sexual.
El mercado de trabajo en México está en crisis y no lo quieren reconocer. Ni los que se van, ni los que están a punto de llegar.
Muchas palabras, nulas acciones. El verdadero cambio está en una Reforma Laboral con sensibilidad social que dé empleos estables, bien remunerados, con oportunidades.
Todo eso se traduce en bienestar y cuando ese bienestar toca a la familia, la paz y la tranquilidad vuelven al alma. Ahí está la llave que puede desactivar la bomba del encono.
Pero no. La indiferencia y la soberbia de los que ostentan el poder es tan grande que les vale. Les va a costar, al tiempo.
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